Bailamos para invocar la memoria. Para que el alma se exprese a través del cuerpo.
La danza siempre ha sido mi lenguaje original. Me acompaña desde niña y ha sido mi canal de sanación a través del cual he renacido y compartido. Para mí, no se trata solo de moverse, sino de habitar el cuerpo como un templo y permitirle hablar.
En mis clases de Danza Sagrada fusiono la técnica de las danzas orientales y de Asia con rituales, conciencia corporal, respiración, sensualidad y expresión emocional.
Bailamos para despertar la energía femenina, reconectar con la tierra y canalizar todo aquello que está esperando nacer. También exploramos la danza con velo y otros elementos, danza somática y el movimiento libre.
La danza sagrada no exige saber. Solo pide presencia, curiosidad y entrega.
Aquí danzamos para florecer.